sábado, 3 de noviembre de 2012

Georgie no era...


Georgia Listing no era la persona que llegaba puntual a sus citas. Georgia no era de dejar las cosas a último minuto, podía levantarse cinco horas antes de salir y terminaba retrasándose por estupideces. Georgia no era una persona de mentiras, sin embargo siempre salía con la excusa de sus retrasos al decir que toda reina se hacía esperar y dejaba a todos con la boca cerrada sin modo de replicar. Georgia no era idiota, solo decirle eso a su madre, recibiría un pellizcó en una nalga con intención de herir, para dejar una marca violeta en esa zona de su cuerpo como muestra de castigo.




Georgia Listing no era una persona fácil de molestar, puesto a la filosofía budista modificada por ella misma iba contra sus principios el provocar a alguien. Georgia no era una persona desagradable, ella era ella, solo por ese hecho el de otórgale miles de pretendientes que pululaban a su alrededor, aún con un admirador extremo que le seguía a casa cuando asistía a clases de música. Georgia no era de esas chicas que creyeran en clichés románticos, puesto que Gustav – su ex – la dejará por una chica francesa que estaba de intercambio desde hacía ya unos tres meses en la escuela donde estudiaba.

Georgia Listing no era pretenciosa, sin embargo adoraba plancharse su cabello de un color café caoba y crear un tipo de culto con los productos capilares que utilizaba. Georgia era buena amiga. Georgia era sincera, pero jamás llegaba herir a una persona. Georgia no era discriminadora, tenía amigos homosexuales y amigas lesbianas. Georgia no era el tipo de chica que se emborracha y terminaba en la cama de cualquier fulano.

Georgia Listing no era una persona que se pusiera nerviosa cuando le pedían una cita.
Georgia Listing no era una persona impaciente, pero odiaba la impuntualidad, más aún cuando por primera vez llegaba una hora antes al lugar acordado con la persona con la que saldría – con Gustav jamás fue así y siempre recibió reclamos que terminan con algo cursi como perdonazo - sin embargo no se iría hasta que llegará su cita.

–Georgie – Georgia escucho los gritos de una persona, la única persona que le había puesto un apodo – ¡Georgie aquí! – cerrando los ojos y evitando el no salir corriendo o desmayarse de los nervios que sentía en esos momentos, giro a su derecha para mirar hacia donde provenían los gritos que tenían unos toques desesperados– ¡Aquí, aquí Georgie!

Georgia Listing vio con horror como una chica alta que poseía unas hermosas rastas color negro tomadas por una cola que dejaba a relucir una belleza, le hacía señas. Iba vestida con unos jeans oscuros bien ajustados - Que resaltan esas buenas largas piernas - dijo una voz misteriosa en su cabeza. Pero llevaba una camisa bien mona de por lo menos dos tallas más a la que debería vestir e histéricamente levantaba sus brazos provocando miradas curiosas de las personas que circulaban por ahí. Georgia comenzó a caminar lentamente  dirección donde se hallaba la chica que por mucho que avanzaba hacia ella no dejaba de gritarle ‘Georgie aquí ‘.

Georgia Listing se preguntaba mentalmente como había aceptado la invitación de esa chica, reconocía que siempre le había llamado la atención cada vez que se topaba con ella en los pasillos de la escuela. Georgia no pudo negarse, porque la curiosidad la mato como a un gato jugando con un cable eléctrico en mal estado cuando la joven se le acercó un día con pasos decididos después de clases pidiendo una cita para ir a ver una película, algo que le sorprendió por la personalidad demostrada por la chica, que sin importarle de ser rechazada por Georgia la abordo justo en el pasillo donde se encontraba su casillero – Te veo el miércoles a la seis en él cine Georgie – le dijo la joven y  en su fuero interno se decía que el ego demostrado de esta por pedir con total descaró una invitación al cine con una persona a la que nunca le había dirigido una simple palabra la había dejado con las hormonas a mil. También porque nadie le había dedicado un apodo, Georgie sonaba tierno.

– ¡Hey Tammie! deja de hacer el ridículo – dijo con fastidio Georgia al llegar donde la chica –. Ya me quedo claro tú llegada – murmuro –. El que no me dejarás plantada – cada palabra mostraba cierto enojo por la espera, pero la aludida al parecer no captaba ninguna recriminación.

– Lo siento, jamás suelo llegar tarde… de hecho odio a las personas que se retrasan – dijo la muchacha, Georgia se sonrojo levemente, pero la chica volvió a no mostrar interés a los gestos de su acompañante – Pero Billie cayó por las escaleras en casa de nuestros abuelos y tuvieron que llevarla de urgencias al hospital.

Georgia Listing tuvo que averiguar por sus propios medios sobre la joven, llego a enterarse de la fama que llevaba consigo como mata corazones y de ser una cabrona con los chicos. Ella supo que la chica no era de relaciones largas, pero al parecer era buena amante, sin dejar de ser una dama y no una puta cualquiera. Supo por amigas que la joven se llamaba Tammie Kaulitz y que a pesar de su fama de gozadora era también una rechazada en la escuela por su forma de vestir y de pensar. A Georgia le pareció curioso eso, puesto que Tammie parecía ser una chica normal.

También con asombro se enteró por medio de algunas conocidas que esta solo poseía dos amistades en la escuela y que al igual que ella eran unas rechazadas por los estudiantes. 

Primero supo de Andy, una chica a la que le gustaba el pelo platinado y usar ropa de diseñador, pero la segunda era tal vez la más rara de ese trío y le llamo más la atención. Billie Kaulitz era la hermana de Tammie, la joven era un ser total diferente al prototipo estudiantil, puesto que siempre usaba ropa de segunda clase a la que le metía mano para hacer prendas únicas y personalizadas. Llevaba cada dos semanas un nuevo peinado, algo que complementaba con un peculiar maquillaje. Tres veces por semana se dirigía al despacho del director, puesto a su personalidad fuerte contra los profesores o por recibir palizas de las demás chicas de la escuela.

Billie Kaulitz era totalmente diferente a su hermana, es por ello al enterarse de que las Kaulitz eran gemelas se dio cuenta de que Tammie no era una chica común.
Por eso no alego por la tardanza de Tammie como pretendía hacerlo. Incluso hasta se sintió culpable de que la chica llegará a la cita, aun cuando su hermana habría sufrido un accidente.

– ¿Cómo está? – preguntó preocupada – ¿Sufrió algo grave? – la culpa comenzó acosarla – ¿Está bien? – un sinfín de preguntas, pero que termino con el interrogatorio cuando Tammie comenzó a reírse a carcajadas.

–Nah, está bien. No se va a morir. No sufrió ni siquiera un rasguño, lo que sucede es que Billie es una alaraca – Tammie sonrió coquetamente – Así que cuando ya le estaban quitando el suero vi la hora y casi me da un infarto. Algo que retuve, porque tenía que venir al cine a ver una persona muy guapa – guiño un ojo. Georgia se sonrojo visiblemente, otra vez agradeciendo a que Tammie no fuera muy perceptiva – Agarré mis cosas, vi la hora y decidí tomar un taxi. Lamento la espera, pero tengo la firme convicción de cuando deseas algo por mucho tiempo viene la puta vida y te caga todo.

Tammie no dijo nada más y ambas quedaron absorbidas en un silencio abrumador, pero no en uno malo, de hecho a Georgia le gustaba. Mucho. Hacía tiempo no tenía ese sentimiento de paz, pues vivía pensando en sus planes al futuro. Lo que debería estudiar. A que universidad asistir, algo eso no la dejaba vivir tranquila. Pensar en aquello le rompía todos los días las esperanzas que tenía en un proyecto, que sabía nunca concretaría. Y aunque todas esas preocupaciones vinieron rápidamente a su mente se esfumaron cuando Tammie le agarro la mano izquierda e indico a que entrarán al recinto.

La palma de Tammie era demasiado cálida y suave provocando un calorcillo en su mano solo unos segundos después de haberla tomado, Georgia al estar tan nerviosa esperando su llegada no sintió el traicionero frío de Enero sobre su cuerpo, sin embargo el contacto con la piel de la joven la tempero al igual como una estufa a leña – Tammie no es una estufa de leña – dijo la misma voz misteriosa que surgió al ver llegar a la joven – Se parece más bien a un chocolate caliente después de un día lluvioso – la voz aunque molesta le era también bien sincera, pero Georgia la alejo cuando el choque lumínico del cine fue directo a asesinar sus ojos.

–Woah – exclamo la pelinegra al cerrar la puerta al ingresar – ¡Huele exquisito! – Tammie cerró los ojos pero sin soltar la mano de la castaña y respiró muy hondo solo para soltar – Debo decirle a papá que está haciendo muy bien con este negocio – volvió a respirar con los ojos cerrados que no vio como Georgia abría de par en par sus ojos color verdosos.
¿Había escuchado bien? ¿Realmente en padre de Tammie era el dueño del cine? ¿De ese cine que poseía solo tres sucursales en el estado y trece más en todo el país? ¿Tammie era hija de Jörg Kaulitz? Georgia sintió como el aire se iba de sus pulmones y como sus piernas comenzaban a temblar peligrosamente, pero Tammie la jalo hacía la cartelera y comenzó hablar acerca de una película de terror que tanto hablaba su hermana de la buena trama que poseía y de otras cosas sin sentido que realmente no le preocupaban. Si tenía más zombies y sangre más real en las paredes del cuarto de la estúpida adolecente protagonista de aquella cinta no era realmente de su interés. Ya no quería ver nada, ni una película, ni zombies, ni sangre, ni a Tammie. Se sintió intimidada por Tammie. Tammie y su increíble sonrisa que formaban unas margaritas en sus mejillas. Tammie y su perfume embriagador con tonos dulzones a manzana y a ciruela. Tammie y sus suaves manos. Tammie…

– ¿Pasa algo Georgie? – Georgia estaba tan absorta en sus pensamientos que al escuchar la voz de la chica le provocó un gran susto – ¿Te sientes bien? Estas un poco pálida – Tammie le miraba con preocupación y se sintió mal al ver los temerosos ojos de la chica situados sobre ella. Georgia comenzó hablar con el corazón en la garganta a punto de ser vomitado y caer en el piso alfombrado con unas cuantas palomitas de maíz sobre él.

–Yo… - comenzó a titubear la castaña, tomo de sus manos solo para agachar el rostro y no encarar a Tammie – …Creo que mejor dejemos esto… – no pudo decir nada más ya que los brazos de la pelinegra se situaron alrededor de su cintura. Nunca espero sentir como caían las lágrimas de la joven sobre su cuello que quemaban peor que acido. Georgia sin poder moverse sintió como los sollozos de Tammie dejaron de ser silenciosos a ser notorios. Se sintió una mierda y no tenía la más idea del por qué.

–No me dejes – suplico Tammie con la cabeza sobre el hueco de su cuello – Aunque no lo creas he estado esperando esto por mucho tiempo. Lamento que te hayas dado cuenta de que soy hija del dueño de este cine. Perdóname por eso – Georgia congelada sin saber como la joven le había leído la mente le lloraba en el hombro. Tammie se separó de ella bruscamente y salió corriendo directo al baño del recinto. Georgia hecha una estatua permaneció quieta hasta que la misteriosa voz acudiera a su compañía silenciosa.

– ¡Como las has cagado! – la voz sonaba muy molesta – ¿No pudiste darte cuenta y quedarte callada? ¿No ves que ella te invitado al cine sin siquiera haber hablado antes contigo? – la voz no dejaba de hacer preguntas y Georgia se hallaba confusa – ¿Qué esperas? ¡Ve detrás de ella! ¡Sabes desde un principio que te ha gustado! – Georgia no escucho más la rarísima voz y sin pensarlo corrió al baño en busca de Tammie. La voz tenía razón.

Le gusto Tammie cuando la vio comer una manzana en la cafetería. No la había visto nunca en la escuela, pero los gestos que hacía al comer la dejo intrigada viéndola un par de minutos. La chica llevaba puesto una camisa de tela tipo escoses color marrón, unos pantalones negros y zapatillas deportivas del mismo color de su pantalón. Sus ojos escanearon a la joven para fijarse un poco más en sus labios. Unos hermosos labios rojizos que no tenían ni rastro de algún labial sobre ellos y también por…una argolla negra perforando la piel cerca de estos que terminaban dándole un toque sexy a esa parte de su anotomía. Sin darse cuenta sintió los ojos de la chica sobre los suyos. Ella se había dado cuenta de su mirada y Georgia hecha un tomate agarro sus cosas y se largo de la cafetería.

Desde ese minuto sintió cosas raras por la chica, sin evitarlo se topaba con ella en casi todos lados; desde el baño o el gimnasio; y estúpidamente se decía como mantra que solo era porque la intimidaba. Intimidaba su belleza. Intimidaba el hecho de estar prendada de una chica.

Abrió la puerta de los baños de damas solo para hallarlos desocupados, sabía que Tammie se encontraba allí por los gemidos que provenían del último cubículo y acercándose a la puerta de este golpeo suavemente para escuchar la voz gangosa de Tammie mascullar.

– ¡Ocupado! – Georgia volvió a golpear, pero ahora un poco más fuerte sobre la puerta – ¡He dicho que está ocupado! – finalizo Tammie.

–Sé que estás ahí Tammie – escucho como la joven se sonaba ruidosamente la nariz – Vamos se que ese retrete es el peor de este baño – dijo Georgia – Y no me hagas contarte la historia…

Se escuchó un ‘click’ y la puerta se abrió lentamente con una Tammie sentada en el escusado con un montón de papel higiénico alrededor de ella. La imagen le causo risa a Georgia, puesto que Tammie era una persona con una personalidad fuerte, muchas  veces vio como caminaba con actitud en los pasillos de la escuela, para solo encontrársela echa un mar de mocos y su maquillaje corrido.

Georgia cerró los ojos rápidamente para abrirlos en estado de shock y sentirse aún más mal de lo que estaba. ¡Es que Tammie no usaba maquillaje! Jamás la había visto con algo de pintura de ojos o algo de colorete. Tammie solo se había aplicado maquillaje para la cita. La cita que era ella. El karma de seguro iba a venir con una buena carga…

–Me veo horrible – gimoteo Tammie – Con todo la máscara de ojos corrida – dijo y tomo un poco de papel para sonarse los mocos – Me carga maquillarme, pero me quería ver…– con el mismo papel trato de limpiar el maquillaje corrido de su cara – … me bonita para ti – Georgia entro al cubículo, se arrodillo y sacando un poco de papel comenzó cuidadosamente a limpiarle la cara. Tammie sorprendida se dejó ayudar, Georgia le pasó más papel para que sonará bien y abriendo su cartera saco un estuche de color verde pasto que contenía un pote con un poco de base. Luego un delineador negro y unos polvitos grises que fueron directo a los hermosos ojos color avellana de la joven. Algo de máscara de ojos color verde. Un poco de rubor rojo a los labios. Se levanto y se puso detrás de Tammie haciendo malabares para no caerse por el poco espacio y desarmando el peinado de la chica lo volvió armar pero a su manera. Sonrió e hiso que Tammie se levantará.

Tammie era mucho más alta que ella y aunque llevaba zapatos de taco bajo aún le ganaba por unos diez centímetros, sin dejar de sonreír le acaricio la cara, para luego atraer cuidadosamente la cara de esta lo más cerca de la suya, vio como Tammie aún estaba sorprendida y sin previo aviso deposito sus labios suavemente en los de la chica. Fue un corto beso que dejo a Georgia como a Tammie extasiadas.

–Woah – dijo la pelinegra que al parecer tenía la maña de cerrar los ojos cuando algo le gustaba mucho. Se toco con cuidado los labios provocando risas de su acompañante – Woah 
– Tammie no pudo decir nada más ya que Georgia aprovechando la sorpresa de la chica la volvió a besar, pero ahora con más intensidad. Con su lengua trazo tímidamente todo el contorno de los labios de Tammie y jugueteo con el piercing de esta. Siempre pensó que la argolla estaría fría, pero se equivoco cuando sintió el mismo calor que se encontraban en los labios de esta. Y experimentando con su primer beso hacía una mujer sintió como Tammie le mordía el labio, algo que encontró jodidamente excitante.

Tammie por muy débil que se veía hace un rato atrás demostró su personalidad dominante. Georgia no se equivocó al pensar que era media salvaje. La atrajo más a ella. Sonrió. Y la beso con fuerza, pero con un cuidado extremo. La lengua de Tammie entró abruptamente a la boca de Georgia solo para buscar a su par. Georgia en su puta vida se había sentido tan sexy. Ni con Gustav, su ex. Tammie era una experta en producir buenas sensaciones.

Tammie comenzó bajar lentamente sus manos desde el cuello de la castaña hacía su cintura, todo muy estudiado, como si hubiera hecho un plan de antemano y a Georgia le importo un carajo. Le gustaba mucho, aparte de que Tammie besaba demasiado bien. Tuvieron que separase para poder respirar, se miraron unos minutos embelesadas comprendiendo y analizando que haciendo lo que estaban haciendo irían en un muy buen camino. No importaba las trabas, Georgia se sentía segura primera vez en su vida y Tammie creía haber encontrado a alguien que la comprendía. Ambas se dieron cuenta de que eran las indicadas. El lugar indicado.

Georgia cerró la puerta del cubículo, se acercó lentamente a la chica que esperaba de vuelta el beso que dejaron inconcluso, pero erró cuando vio como las manos de la castaña – nerviosas – desbotonaban su camisa con rapidez, sorprendida tomo la mano derecha de Georgia y le pregunto con susto.

– ¿Qué haces? – aun sabiendo la respuesta no estaba muy segura de querer escucharla – ¿Quieres… – dejo la pregunta sin terminar, aunque no se notará a simple vista Tammie era más ingenua de lo que parecía. Pero no era idiota.

La castaña se mordió el labio sin saber que decir – ¿Qué haces? – la pregunta era bastante sencilla, pero no sabía cómo darle una explicación. ¿Sería más fácil soltar todo lo que tenía en la mente? ¿O hacer que de la nada apareciera una laguna mental? ¿Decir que tenía demencia? ¿O solo salir corriendo? No podía con eso.

–Emm…yo… pensé que – las palabras se le juntaban en la boca – Yo pensé que tú…

– ¿Yo? – interrumpió Tammie – ¿Pensaste que quería tener sexo contigo en un baño? – la pelinegra cerró los ojos sin evitar apretar las manos de Georgia. Tammie disfruto el beso con la chica. Disfruto recorrer con sus propias manos el contorno del cuerpo de Georgia. Disfruto en solo unos segundos en pensar cómo sería tocar su piel sin la barrera de la tela de su vestimenta. Disfruto, sin embargo creía que era algo apresurado – Georgie creo que mejor…

Y como ella no dejo finalizar lo que quería decir Georgia esta la empujo al retrete, Tammie quedo sentada y Georgia se situó sobre sus piernas, comenzó a su labor de desabrochar cada botón que le faltaba, saco la camisa que tanto le estorbaba y le beso en la clavícula. Le beso toda la parte del cuello en una cadena de besos nerviosos, pero decididos. Pasó su lengua desde el punto ciego del cuello de Tammie hasta su mentón y le dio una mordida juguetona.

Tammie no decía nada. Georgia lo asumió como aprobación y siguió en lo que estaba haciendo.

Georgia comenzó dar pequeños toques con sus labios hasta que encontró a los de Tammie. Los besos con una lujuria que nunca había experimentado y lo mejor fue cuando sus manos por arte de magia llegaron a los senos de la chica. No eran ni muy grandes, pero tampoco muy chicos. De hecho eran justo de la medida de Tammie, toco sin pudor la tela de encaje del sujetador de la chica y sonrió cuando Tammie soltó un pequeño gemido. Mejor ver lo que estaba haciendo, a ciegas por muy placentero no daba toda la satisfacción que estaba experimentado.

Sin más uno de sus dedos desabrocho la prenda y Georgia se maravilló con lo que veía. Ahogo un gritito de emoción.

– ¿Puedo? – susurro para sí misma que por una confirmación de Tammie – Dios – la pelinegra movió su pelvis y Georgia ni tonta ni perezosa comprendió el gesto.

Toco con mucho cuidado los pechos de Tammie – Que eran firmes y con un toque de virginidad que sabía que no tenía en su cuerpo – Eran suaves al tacto y no pudo evitar acercar sus labios para comprobarlo. Y efectivamente lo eran. Se impregno del aroma de la chica y sin poder contenerse beso un pezón. El derecho y joder que era lo mejor que había hecho hasta ahora. Tammie soltó otro gemido, pero uno más fuerte. Lo suficiente para que Georgia probará con el otro. Tammie murmuró algo, pero no le entendió. Tenía curiosidad al ver la reacción de la joven cuando le mordiera uno…

… fue la mejor imagen presenciada por sus ojos. La mejor sensación de sentirse poderosa.

La castaña devoro como obsesa los senos de Tammie sin dejar la elegancia de sus actos. Pasada la primera impresión Georgia dio en el talón de Aquiles de la joven y solo pensaba en su fuero interno que ella era la primera en descubrirlo.

Entre el hueco de cada seno Georgia depósito un largo beso que finalizo solo cuando su lengua salió para descubrir la piel de esa zona y fue ahí cuando el cuerpo de Tammie dio un espasmo bastante grande. Georgia se asustó, sin embargo Tammie comenzó a gemir sin preocuparle de ser escuchada.

– ¡Oh Georgie! – la pelinegra no podía contenerse, su cara era un poema, algo que tranquilizo a Georgia – Dios Georgie, sigue. Solo sigue. – Tammie se mordió los labios y la joven en un arranque de deseo tomo las manos de Georgia y las acomodo en la pretina de su pantalón – Georgie solo sigue.

Una invitación donde el negarse era algo estúpido y no sensato.

Georgia estaba nerviosa y no era para más. Era la primera vez que tocaría a una mujer que no fuera ella misma a despecho por Gustav la dejará por esa flacucha extranjera, sin embargo algo dentro de ella le dio valor. Se llamaba Tammie y latía mucho más rápido que su corazón.
Desabrocho los tres botones del pantalón y bajo rápidamente la cremallera. Busco los ojos de la chica, pero los tenía firmemente cerrados. Otra buena señal. En un corto tiempo conoció a fondo a la intimidante Kaulitz.

Su mano derecha se introdujo en el pantalón y toco la tela de la ropa interior de la pelinegra, aunque la vergüenza la carcomía las entrañas toco sin cesar lo que separaba la tela de la piel. Beso a Tammie, pues necesitaba demostrar algo que aún no descubría y sentir como su mano tocaba el borde entre la prenda y el cuerpo de Tammie, se detuvo.

Era respeto, eso era lo que tenía entre ceja y ceja. Respetaba a Tammie. La quería.

Tammie abrió los ojos algo extrañados para ver a Georgia con los ojos vidriosos. No tuvo necesidad de preguntar nada, abrazo a Georgia y le beso el cuello sutilmente, solo con ese simple gesto le aclaró que nada pasaba, que se quedará tranquila. Había sido mucho para Georgia. Para Tammie también.

Quince minutos después ambas jóvenes se encontraban sentadas en la cafetería del cine. Charlaban como si nada pasará, como lo que habían experimentado en el baño solo era un secreto bien guardado entre ellas. No uno malo, puesto que sabían que sacar el tema a colisionar no era adecuado en ese lugar, también porque el tiempo le sobraba para tener una charla sobre lo ocurrido.

–Mira – dijo Georgia con una sonrisa– aquellas ancianas nos señalan – se tapo la cara para amortiguar una risotada – Creo que piensan que somos novias o algo así – Tammie se dio la vuelta, sonrió al par de mujeres y les guiño un ojo para sorpresa de ellas y de Georgia.

–Mis estimadas no me molesta que vean a mi novia – la castaña se sonrojo – pero aunque no lo crean ella se gasta y quiero aprovecharla ¿Me captan? – Tammie sonrió pícaramente y las ancianas asintieron. Se levantaron y se marcharon murmurando cosas sobre la juventud de hoy en día.

Georgia no se contuvo y se largo a reír, pero Tammie se quedo callada. Tomo un sorbo de su bebida, comió un bocado del pastel de fresa que se esmero en comprar y espero a que Georgia volviera a respirar como una humana cualquiera.

–Georgie ¿Te puedo preguntar algo? – la chica dijo si y Tammie soltó sin tapujos un tema bastante sensible para la chica – ¿Sigues enamorada de Gustav? – Georgia se quedo callada. No supo que decir. Tomo un poco de su jugo de naranjas y trato de pensar en la respuesta que le daría a la joven. No. No seguía enamorada de Gustav, pero ¿Cómo supo de aquello?

–No, pero si debo confesar que estoy algo molesta con él – Georgia frunció los labios – Creo que no debo darte explicaciones, doy por hecho que has averiguado bastante – le tomo las manos a Tammie que se mostraba un poco reacia a dejarse acariciar por Georgia – Pero gracias a eso un día te mire como sicópata en la cafetería y sentí un flechazo. No niego eso, pero doy también por hecho de que te habías percatado de eso por ti sola.

Tammie suspiro, había sido cierto. Se sintió perseguida un día en la cafetería  – bueno todos los putos días en esa escuela – pero solo dio con un chica bastante linda que le observaba a solo tres mesas de donde se encontraba almorzando con su hermana y su amiga. Mordió una manzana que llevaba como postre y la chica agarro todas sus cosas para salir hecha una flecha de la cafetería. No negaba que sintió curiosidad y preguntándole a su hermana si sabía algo de esa chica escucho como Billie decía – Se llama Georgia Listing va dos años que nosotras y salió con Gustav Schäfer ¿Lo recuerdas? – Tammie si recordaba a Gustav; un chico que conocieron el conservatorio de música donde acudían a clases y que era bastante bueno en percusión, siendo un gran baterista; él les dijo sobre una chica bastante buena con el bajo y que estaba a la altura de su banda – Es su ex – finalizo Billie que volvió a comer su almuerzo. Tammie sintió mariposas en el estomago. Dejo que Georgia le tomará las manos, puesto que las alejo para retocar su cabello. Iba abrir la boca hasta que vio con pavor como un chico rubio un poco mayor que ella se acercaba con una chica alta y de contextura delgada hacía la mesa. La consternación fue peor cuando Gustav Schäfer – el famoso ex de Georgie –  estaba a su lado. Fue como invocar al mismísimo diablo.

– ¡Tammie! ¡Georgia! Es genial encontrarlas aquí – dijo, para hacer saltar de su silla a Georgia de la sorpresa, pero ambas chicas sintieron la ironía en su voz – No tenía la puta idea de que eran amigas – Gustav sonrió, pero no le llego a los ojos. Tammie sonrió e indicando que iría a comprar unos dulces salió apresuradamente para evitar una pelea. Una de Georgia.

Queguido igue a compgar las palomitas – la chica bastante delgada – casi anoréxica–  y con un corte de cabello tipo hongo le dijo con un acento bastante más bonito que el alemán. Francesa y Georgia le hirvió la sangre después de mucho no oír aquel cantarín hablar  – ¿Dulces? – Gustav asintió y la joven se marcho detrás de Tammie.

El ambiente se puso tenso. No se rompería ni con una sierra.

– ¿Desde cuándo sales con ella? – preguntó repentinamente Gustav con un dejo de celos en su voz – Porque– se quedo callado un momento el chico – Ya sabes… es un poco fuera de lo común – termino de hablar y haciendo de que Georgia le dieran ganas de matarlo como sugirió Tammie con un gesto antes de salir a la dulcería.

–No hace mucho – dijo con una sonrisa burlona – Después de que me cambiarás por Pascualine, ¿la recuerdas? – dijo ácidamente solo esperando a que Gustav asintiera – ¡Ah menos mal! , de todos modos es difícil no acordarse de esa francesa ¿o no? , con ese bigote a lo Frida Kahlo que tiene… ¡Ups! de Picasso quise decir – termino de hablar la chica molesta y dejando a Gustav rojo de la rabia. La bastarda de Pascualine que estaba al lado de Tammie en el mostrador de los dulces. La misma que se había follado a su novio. A su primer amor.

Gustav iba a contraatacar cuando Tammie al parecer con un radar apareció de la nada al lado de este y dijo.

– ¡Hey Schäfer! Usted sabe bien que Billie te tiene fichado. No te metas con Georgie, porque yo solo abro la boca – Tammie se acercó lo suficientemente cerca del chico, pero que a la vez Georgia escuchará – Y la furia de mi hermana hará que te quedes sin dedos y no puedas tocar ni una puta batería en tú vida, ya sabes que Billie cuando no le cumplen con lo prometido es capaz de meterte un bajo por el culo – le dio unos golpecitos en el hombro – Por cierto que fea tú novia. Al parecer Georgia ha sido lo único bonito como pareja que has tenido – Gustav comenzó a hablar para defender a su novia, pero Tammie era de esas personas a la que nunca callarías sin primero escuchar su punto de vista – Dile que existe la cera depiladora.

Gustav como Georgia quedaron impactados por las palabras de Tammie. Gustav podía soportar un poco los comentarios ácidos de Georgia, pero de Tammie no. La chica agarro del brazo a la castaña y salió corriendo del lugar dejando a Gustav con ganas de gritarles mil blasfemias.

–La vida es una gran puta – dijo la chica bastante seria sin previo aviso al llegar al vestíbulo número cinco tras arrancar del muchacho, provocándole a Georgia una sensación tan extraña a que hasta le dolió en el estomago  Pero debes ser un poco más hábil que ella y preguntarle cuánto cobra por hora – finalizo Tammie con los ojos entrecerrados, al parecer recordando a alguien en especial. Georgia sabía a lo que se refería, Gustav era un puto, pero esta se había defendido bien y eso Tammie lo había captado.

–Gracias – dijo Georgia. No soltó ni una palabra más.

– ¿Sabes? Uno siempre anda buscando lo mejor y muy pocas veces lo encuentra – Tammie al parecer tenía mucho que decir al respecto – Si llega a encontrarlo, me refiero a una persona, se da cuenta de que tanta perfección es demasiado antinatural. Me alegro que Gustav te haya roto el corazón. Me gustas mucho y te soy sincera al decir que no soy lo mejor, ni siquiera llego a ser perfecta – la pelinegra tenía un ataque de sinceridad de esos bastantes serios a los cuales debías prestar mucha atención – Pero es imposible juntar mundos. Te daré un ejemplo: Por una parte esta la clase – Tammie la miraba de una forma extraña – y el dinero esta de otro lado – dijo con los ojos medio cerrados, Georgia sin comprenderlo de todo se dio cuenta de que aquel gesto la cautivaba – Acá va el ejercicio: Mamá tenía clase, mucha clase – le dio énfasis a mucha solo para alargar la u de forma dramática   Y papá solo dinero. Es obvio, mamá se dio cuenta de que una persona jamás podría poseer esas dos cosas sin caer en lo bizarro y fue el motivo para divorciarse de papá. Prefirió darle una educación de calidad a sus hijas y solo esperar todos los meses el dinero  de la pensión alimenticia de su ex marido – Tammie alzo los ojos para situarlos en las manos de Georgia – Y terminé siendo una chica con clase. Obviamente no se me nota – la pelinegra tomo lentamente las manos de Georgia y con cuidado comenzó a acariciarlas, luego de un rato haciendo eso Tammie las alejo suavemente para decir – ¿Ves lo que quiero decir? Crees que Gustav es perfecto, se nota en tus ojos. Te rompió el corazón en mil añicos, pero todavía crees que es perfecto.

Pero la seriedad empleada por Tammie termino cuando comenzó a reírse como orca asesina. Sorprendiendo a Georgia por el abrupto cambio.

–Mañana tengo la última clase de etiqueta a la que asisto desde que cumplí trece años. Mamá lo quiso así y papá puso el cheque. Debo dar una buena fiesta, ser una gran anfitriona. Debo ponerme el vestido de tubo Chanel que mando papá como regalo y tendré que hacer malabares para que las rastas se vean elegantes y no caer en lo burdo. Lo sé, parezco chula – termino tapándose la cara para amortiguar las risotadas que querían seguir saliendo de su boca, Georgia no pudo evitar contagiarse con la cálida risa de Tammie y mentalmente trazo un bosquejo de cómo se vería la chica vestida elegantemente. Y le gusto lo que su mente le dio.

– ¿Billie también se gradúa mañana? – preguntó curiosa la castaña puesto a que no se imaginaba a la gemela de Tammie con un peinado sostificado y un collar de perlas – Aunque me imagino que te verás hermosa, no me cuadra en la imagen tú hermana – no pudo evitar sentir un rubor en sus mejillas al insinuar a que Billie no era el tipo de chica de socialite alta.

–Ja ja ja se en lo que piensas, pero Billie es una maestra en ser buena anfitriona. Habla francés, español, árabe y chino mandarín, está aprendiendo el cantonés, pero creo que lo dejará – Tammie sonrió orgullosa de su hermana – Ella me enseño a caminar erguida en tacones de diez centímetros y a maquillarme como una señorita – la pelinegra se toco el cabello y le saco la lengua a Georgia – De hecho Billie me esta confeccionando una peluca para ocultar las rastas. Es una jodida maestra.

– ¿Cómo rayos estudian protocolo? Ninguna es el prototipo de una chica perfectamente educada para ser ama de casa de un banquero – Georgia pregunto ingenuamente – ¿Acaso planean casarlas por conveniencia? – la pelinegra bufo y Georgia se sintió una completa idiota.

–Es a lo que te dije de la perfección, Georgie, me refería a que nadie es perfecto. Menos Gustav, te di el ejemplo de mis padres que a simple vista se ven como unos jodidos dioses, pero recuerda lo que dije de mi madre. Nadie es perfecto, ni siquiera el primer amor o el segundo amor – con bochorno Tammie dijo – Yo no soy perfecta Georgie, tomo clases de protocolo y no soy una dama. Tú segundo amor no es perfecta – murmuró.

Georgia sintió como una sensación maravillosa recorría su cuerpo con furia. Hace una dos horas atrás pensaba salir corriendo de la cita y ahora solo quería llevársela a casa y esconderla en su cama como un osito de peluche – Tú segundo amor – dijo la voz que de la nada surgió de nuevo en su mente y aceptando la realidad. Su realidad: Una que se llamaba Tammie Kaulitz, hija de un gran empresario, una conocida amante, una sensible chica, la mujer que deseaba como novia. La castaña quería decirle que entendía, que no hacía falta más explicaciones, sin embargo antes de comenzar la frase de contestación  sonó su teléfono. Su mamá. Vio con horror la hora y preguntándose si es que debía contestar la llamada ceso. Georgia quería ver de verdad una película con Tammie, quería darle la mano en plena oscuridad o robarle un beso mientras que la protagonista de la película de terror que deseaba ver la pelinegra corría para salvar su vida, pero con todo lo sucedido en la velada era muy poco probable de que sucediera, por lo menos ese día. La joven suspiro frustrada solo para recibir segundos después un mensaje de texto de su madre.

Jovencita teníamos un trato y no lo cumpliste. Si no llegas en veinte minutos no te comprare ningún amplificador.
Besos. Mamá.

–Es mamá. Debo marcharme a casa – Georgia le mostro su teléfono para que la joven leyera el sms – De verdad pensaba en ir a comprar un tickets y ver esa película de zombies, pero de verdad deseo ese amplificador. No sabes cuánto – Tammie observo unos segundos el mensaje que había mandado la madre de Georgia y sintió como la iluminación divina acudía a ella.

–No te preocupes, creo que mi mamá está igual, aunque su estilo es gritarme en lo preocupada que esta por no saber nada de mí. Comprendo esas cosas raras de madres – la chica de rastas inflo sus mejillas en un gesto infantil – No puede evitar pensar en que he sido violada o asesinada. Soy su bebé – rio bajito – Yo te llevo… sé dónde vives – Georgia aunque debería haberse mostrado asombrada no mostro mayor interés el porqué de aquella información, solo le sonrió y le tomo de la mano.

Prefirieron salir rápido y evitar cualquier asesinato doble o castigo – Era la situación más realista – Tammie hizo parar un taxi y le dio las indicaciones del camino para llegar a casa de Georgia. El taxista asintió y comenzó una carrera rápida por las calles de Magdeburg por ordenes de la pelinegra que le dio uno billetes extras.

– ¿Oye Georgie? – Tammie mentalmente se retorcía de la felicidad – ¿Por casualidad se podría saber que instrumento tocas? Ya sabes, por el amplificador que deseas tanto – modulo exageradamente solo para hacer reír a Georgia – Solo es mera curiosidad – sonrió sincera.

– El bajo – a Georgia le brillaban los ojos – Siempre me gusto tocarlo, fui al conservatorio de música y tome un par de lecciones. Pero mamá me saco diciendo que mi futuro era ser dentista como ella y mi padre. También fue donde conocí a Gustav – murmuro. Tammie recordó el día en que Billie se retraso en sus clases de canto y se topo con Gustav por los pasillos de aquel hermoso edificio. Un par de palabras y Billie ya le estaba sacando información sobre una bajista, el chico pregunto el motivo y Tammie contesto que tenían una banda. Ella tocaba la guitarra y Billie era la vocalista, Gustav sonrió y les menciono sobre una chica que hacía maravillas con el bajo. No era idiota, sabía que la tenía a su lado…

– ¿Tienes un bajo? – pregunto la pelinegra - ¿Hace cuanto lo tocas? – otra pregunta más.

–Sí, tengo un Sandberg Basic PM y toco hace unos cinco años o algo así – Georgia contestaba las preguntas, pero no sabía lo que se le venía.

– ¿Te gustaría dar una audición para una banda de puras chicas? Son bastante buenas – sugirió Tammie – Podrías mostrar tu talento con los dedos – Georgia rio por el doble sentido de la frase. Asintió y Tammie le beso en los labios para el asombro del taxista que no se había perdido de ninguna palabra de la conversación.

–Quedarás. Obligaré a Billie a que acepte – El taxi llego afuera de la casa de la castaña y no le dio tiempo para contestar.

Ambas chicas ya fuera del automóvil se miraban sin saber que decir. Tammie iba acercarse a Georgia para darle un beso cuando de la nada sintió un grito.

– ¡Georgia Listing estás en serios problemas! – Tammie abrió los ojos con vergüenza solo para ver a Georgia con la misma actitud. La madre de la chica se hallaba en el umbral de la puerta de la casa con las manos en las caderas. Georgia musito un adiós  – Y te veré mañana en la escuela – para luego dirigirse con la cabeza gacha hacia su casa. Tammie observo como la madre de la castaña le reprendía por su tardanza y recordó a su propia madre. Solo llevaba unos metros avanzados cuando alguien jalo de su brazo derecho. Vio como Georgia la atrapaba en sus brazos y le depositaba un beso casto en sus labios.

–Por cierto – Georgia le acaricio el cabello – Se que es muy luego, pero con todo lo pasado hoy creo que por lo menos deberíamos ser novias. En tiempo record ¿o no? – Tammie boquiabierta trataba de comprender las palabras de la castaña – Le dije a mamá que ya lo éramos, así que no te puedes negar – Tammie se puso como un tomate y observo a la madre de Georgia que aún seguía parada en el umbral – No le puedes negar eso a tú Georgie – la de rastas sonrió de oreja a oreja.

–Solo si aceptas la audición – Georgia le beso dándole un sí y corrió de vuelta a casa.
Tammie estaba sorprendida. Jodidamente feliz.

– ¡Hey Tammie! – la joven escucho la voz de la madre de Georgia y se giro para verla – El sábado a la una de la tarde te quiero aquí – la joven estaba noqueada – Vendrás a almorzar y te comerás todo. Así que ven en ayunas – la mujer se despidió con la mano y entro a su hogar. 

Tammie al encontrarse sola soltó un chillido de emoción. Tenía que llegar rápido a casa y hablar con mamá.

Georgia Listing no era totalmente feliz.

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