Si tocas cualquier instrumento que no sea un bajo, cae en sus encantos.
Bajistas que ven a músicos caer por la maravilla de cuatro cuerdas harán
de sus vidas un torbellino de emociones.
Tom miraba ese bajo color caoba como si tratará de un objeto con una horrenda y mortífera maldición.
Una maldición que tenía que
vencer a lo más protagonista de algún libro de fantasía. Fantasía de querer
tocar el bajo, algo que se negaba desde que tenía solo diez años cuando Gordon
al verle las manos le dijo que su futuro era con un bajo y no una guitarra.
Gordon recibió un golpe del mástil de aquel bajo Fender en la pierna derecha y
un pataleo tan grande que Simone tuvo que quitarle el instrumento de sus manos,
so pena a que su hijo tratará de matar al hombre.
Es que Tom siempre supo que sería
guitarrista. Quería ser como su papá.
–Mierda – dijo con horror -
¡MIERDA! – grito con rabia.
Tom estaba nervioso, deseaba
poder tocar el bajo y demostrarle a Georg que si se proponía con algo, lo
cumplía. Si se proponía a conquistarlo lo lograría.
Y cerrando los ojos, tanteo
con sus dedos hasta se toparon con el bajo que estaba a su lado. La imagen
podría haberse visto graciosa, pero solo él comprendía el esfuerzo que llevaba
hacer eso.
Aún con los ojos cerrados
acomodo el instrumento en sus piernas y llevando su mano izquierda al mástil,
sin antes soltar todas las palabrotas que aprendió en todos los países que
visito comenzó a tocar ‘I’dont wanna miss a thing’ de Aerosmith.
Amaba la canción y le
importaba un rábano que se burlaran por lo cursi de la letra, sin embargo Tom
era fanático de Joe Perry y eso se respetaba.
Apretando los labios para
evitar el no chillar, Tom se encontró con la horrible revelación de que si
sabía tocar el bajo. Tanta fue su sorpresa que abrió sus ojos rápidamente para
solo encontrarse a Georg sentado en el sillón del frente.
Ruborizándose solo atino a quitarse
el bajo de las piernas lentamente, evitando el hablar.
Georg alzó un ceja, luego se
levanto de donde estaba sentado solo para sentase bien cerca del guitarrista.
El mayor podía sentir los latidos del corazón de su amigo.
Georg tomo el bajo con cuidado
y sonrió.
– ¿Sabes? Mi mamá juraba que
se me iría luego las ganas de ser bajista, pero se equivoco – dijo el castaño -
¿Te dijo el motivo? – Georg obligo a que Tom le mirará – Quería que tocará el
instrumento equivocado.
Tom no bajo la mirada, miro el
bajo y lo tomo. Comprimiendo un suspiro retomo lo que estaba haciendo.
Luego de casi cinco minutos
dejo de lado el Fender y le tomo la mano a Georg.
– ¿Sabes? Yo siempre quise
tocar el bajo, pero la guitarra me llamaba a gritos – Tom tenía los ojos
brillosos y Georg comprendió que esa confesión era demasiado personal – No pude
decirle no y no me arrepiento de esa decisión – Tom sonrió.
Georg también le sonrió.
– ¿Te propongo algo? – dijo
Tom de la nada – Ayúdame a refinarme en esto – indico el instrumento.
Georg sin dejar de sonreír se
situó detrás de Tom, tomo el brazo izquierdo de este y susurrándole en el oído
para solo luego soltarse a reír le dijo.
– Soy un bastardo dando clases… pero sé que esto
no lo tramaste – Tom le acompaño en las risas – Créeme que mi paciencia es poca
– Georg tomo la mano de Tom y juntos refinaron los toques de Tom.
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