sábado, 3 de noviembre de 2012

10 formas para enamorar a un bajista lll


Forma número tres.

Halaga su forma de tocar el bajo. Diles que su rasgueo es fenomenal.
Di que sus movimientos de dedos son lo mejor que pueden haber apreciado en mucho tiempo.
Solo diles que sus manos son sagradas y lo que hagan con ellas sobre un bajo es acción divina impuesta por Zeus.


Una cachetada digna de telenovela es la que recibe Tom en su mejilla izquierda.
Su hermano se queda impactado a ver como la cara de su gemelo gira en 180 grados y Gustav cierra sus ojos al escuchar el ‘¡paf!’ que recibe su amigo. Es que Georg rojo a más no poder le azota con la mano a modo de aguantarse las ganas de matarlo ahí mismo, porque por desgracia deben dar un concierto en unos minutos.
Tom al recobrar la compostura evita a toda costa el no llorar. Más bien por vergüenza que su ego. Tom solo le dice un típico comentario suyo a su amigo bajista. Su amigo bajista al parecer no andaba con ganas de escuchar piropos.
Piropos subidos de tono.
Es que el menor todo risueño se acerca al mayor para conversar, sin embargo se muere por hablar de un asunto que lo tiene medio loco, por no decir loco en su totalidad.
Quiere saber qué fue lo que realmente paso anoche. Él tiene una idea, aunque recordar cómo fue tirado a la pared de esa disco y ser devorado por los labios de Georg con tanta pasión, la suficiente como para que en 10 segundos ya tuviera una erección hecha y derecha oprimida en su ropa interior. Reconoce que al sentir bajar las manos de Georg sobre su dorso directo a su vientre le nubla la vista y se deja querer.
–Necesito tú olor – susurra el castaño en el oído derecho de Tom – en realidad necesito tú calor – dice tras acercar más cerca el cuerpo del menor que gime entrecortadamente con cada toque que hace Georg sobre su entrepierna.
Y es que donde están le da más posibilidades a Georg para hacer lo que quiera con Tom, este sabe que él menor nunca dirá que no. Nunca le dirá no a él.
–Solo te quiero… - gime al escuchar como Tom dice bien bajo su nombre – tocar – termina su oración, para luego besar el cuello de su amigo con lentitud, causando pequeñas convulsiones en el cuerpo del menor.
Y lentamente le roba un beso, un beso que Tom no da desde la primera vez que hizo el amor y preocupado por no ser oído se traga el grito que desea gritar, pero se lo guarda lo máximo que puede, después de que los dedos de Georg le brindarán el placer más intenso de su vida.
Así que evitando no ponerse a llorar solo dirige su mano a su mejilla para tocar como palpita la piel de la zona.
Solo quiso ser cortes, a su manera y no puede entender que alagándolo simplemente el bajista le tapizara su mano en el rostro. Georg es más incomprensible que todas sus groupies juntas.
–Tienes unos dedos sagrados Georg – le dice – creo que superas a Zeus – recoge su adorada Gibson y parte hacia el escenario.

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