Forma número tres.
Halaga su forma de tocar el bajo. Diles que su rasgueo es fenomenal.
Di que sus movimientos de dedos son lo mejor que pueden haber apreciado
en mucho tiempo.
Solo diles que sus manos son sagradas y lo que hagan con ellas sobre un
bajo es acción divina impuesta por Zeus.
Su hermano se queda impactado
a ver como la cara de su gemelo gira en 180 grados y Gustav cierra sus ojos al
escuchar el ‘¡paf!’ que recibe su amigo. Es que Georg rojo a más no poder le
azota con la mano a modo de aguantarse las ganas de matarlo ahí mismo, porque
por desgracia deben dar un concierto en unos minutos.
Tom al recobrar la compostura
evita a toda costa el no llorar. Más bien por vergüenza que su ego. Tom solo le
dice un típico comentario suyo a su amigo bajista. Su amigo bajista al parecer
no andaba con ganas de escuchar piropos.
Piropos subidos de tono.
Es que el menor todo risueño
se acerca al mayor para conversar, sin embargo se muere por hablar de un asunto
que lo tiene medio loco, por no decir loco en su totalidad.
Quiere saber qué fue lo que
realmente paso anoche. Él tiene una idea, aunque recordar cómo fue tirado a la
pared de esa disco y ser devorado por los labios de Georg con tanta pasión, la
suficiente como para que en 10 segundos ya tuviera una erección hecha y derecha
oprimida en su ropa interior. Reconoce que al sentir bajar las manos de Georg
sobre su dorso directo a su vientre le nubla la vista y se deja querer.
–Necesito tú olor – susurra el
castaño en el oído derecho de Tom – en realidad necesito tú calor – dice tras
acercar más cerca el cuerpo del menor que gime entrecortadamente con cada toque
que hace Georg sobre su entrepierna.
Y es que donde están le da más
posibilidades a Georg para hacer lo que quiera con Tom, este sabe que él menor
nunca dirá que no. Nunca le dirá no a él.
–Solo te quiero… - gime al
escuchar como Tom dice bien bajo su nombre – tocar – termina su oración, para
luego besar el cuello de su amigo con lentitud, causando pequeñas convulsiones
en el cuerpo del menor.
Y lentamente le roba un beso,
un beso que Tom no da desde la primera vez que hizo el amor y preocupado por no
ser oído se traga el grito que desea gritar, pero se lo guarda lo máximo que
puede, después de que los dedos de Georg le brindarán el placer más intenso de
su vida.
Así que evitando no ponerse a
llorar solo dirige su mano a su mejilla para tocar como palpita la piel de la
zona.
Solo quiso ser cortes, a su manera
y no puede entender que alagándolo simplemente el bajista le tapizara su mano
en el rostro. Georg es más incomprensible que todas sus groupies juntas.
–Tienes unos dedos sagrados
Georg – le dice – creo que superas a Zeus – recoge su adorada Gibson y parte
hacia el escenario.
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