Forma número dos.
Jamás hagas un chiste sobre bajos (personas con enanismo o los
instrumentos musicales).
Nunca te insinúes con algún comentario subido de tono sobre los bajos,
porque morirás.
Evita decir que son instrumentos de descarté o sino terminarás ahorcado
con la tercera cuerda afinada en Do.
Tom termina su parte y espera a que Georg de las últimas notas para poder salir de la sala de ensayo, para ir directo al baño a vaciar la vejiga. También espera al bajista para poder caminar junto a él hacia el escusado para tener la excusa de siempre y poder compartir un cigarrillo con Georg.
Pero ahora Tom no sabe si eso
se podrá hacer. Durante el ensayo dice que Ms. Reed esta demás en aquella
practica, que él solo podría tocar las partes del bajo muerto de la risa. Georg
lo mira con los ojos inyectados en sangre y Tom sabe que la ha cagado.
– ¡Lo siento Georg! – exclama
el guitarrista cuando ve salir a su amigo –. sabes que no pretendí decirlo –
suelta con un lloriqueo.
Georg lo mira con desprecio y
dejando boquiabierto a Tom le agarra de la mano para darle un cigarrillo que
acaba de sacar de su cigarrera. Luego le da fuego y le toma de la cintura,
mientras lo arrastra hacía los baños.
Cuando llegan a la puerta de
los inodoros, Georg suelta a Tom y enciende otro cigarrillo, luego de echarle
la primera calada le dice.
–Eres un hijo de puta, un
maricón, un mediocre – su mano hace un fino movimiento y se dirige nuevamente a
su boca para otra calada, que por capricho de él mismo y por la cara de
impactado de Tom la hace más larga y intensa – pero jamás podrás evitar
sentirte como una colegiala precoz cuando estás a mi lado – de su boca surge un
hilo de humo, el bajista sonríe con malicia y acercando su cuerpo lentamente
hacía el de Tom como un gato buscando su presa que esta dispuesta para ser
mordida y caer muerta.
Pero, Tom reacciona a tiempo y
en vez correrse, solo se acerca peligrosamente y estando casi rozando los
labios del bajista siente con pavor y luego con un calorcillo que no siente
hace mucho, como las manos del castaño se cuelan por sus pantalones y tocan con
pasión la línea que separa su ropa interior con la de su piel. Cierra los ojos
producto a la sensación que le otorga esas manos, esos dedos que tocan su
miembro como un bajo…
–Pobre de ti que vuelvas a
repetir esas palabras – le susurra Georg – porque sabes que Ms. Reed es y será
la mejor opción para tocar el intro de esa jodida canción – termina diciendo el
bajista, para apretar con rabia los testículos de Tom.
El menor cae al suelo por el
dolor y sin decir nada ve como Georg entra al baño tras decirle que es un
imbécil.
Tom sabe cuando la ha cagado.
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